Son las 18:34 hora local. Suena mi móvil y escucho atentamente la voz, siempre ilusionada, de Moníc; la responsable de Operaciones de la Compañía…

-“Bueno, Moníc, confirmado: Mañana, a las 05:45 en el aeropuerto, sí, sí, con el Comandante Sergio, destino Barajas, ya hablamos …”.

Lo primero que pienso es lo bien que me lo voy a pasar con el Comandante Sergio: aprenderé algo más del avión, y de la vida.

A las 05:16 ya estoy pidiendo y repasando los documentos del vuelo:

-“Buenos días comandante”. “… y buenos vuelos, contesta Sergio.

Tras el briefing me dice: ¿Quieres despegar tú?, yo llevaré las comunicaciones; vuela él, aunque lo lleve yo, con un ojo repasa los instrumentos mejor que “El Vadillo” en su libro de navegación y con el otro reporta posiciones saludando a los controladores, ¡los conoce a todos!

Voy buscando las fichas de Barajas y configuro la cabina para el descenso; todo va fenomenal hasta que solicitamos por la radio las condiciones del campo de aterrizaje. Turbulencias fuertes y visibilidad nula, decidimos proceder al alternativo en el mismo instante en que perdemos potencia en un motor, declaramos emergencia, y para colmo el hidráulico principal no funciona.

Con voz firme susurro: Comandante estamos jodidos, con perdón: Declarada emergencia, con fuego en un motor, el hidráulico principal “no go” y el campo más cercano cerrado, la meteo en contra, 84 pasajeros y 4 azafatas … y nosotros dos: ¿Usted que haría?. Amable y moderado, con la tranquilidad pasmosa de un buen piloto contesta:

-Encender la luz y apagar el Simulador que ya es la hora, has estado muy bien aún con todo en contra salvo en una cosa: no son azafatas, son Tripulantes de Cabina de Pasajeros. Hasta la próxima clase y no olvides firmar el parte.

Moraleja: No todo es lo que parece.