¡ Hola ! Me llamo Victoria Eugenia. Tengo 30 años y vivo en Galicia con mis padres.
De pequeña siempre soñaba con mi futuro.
Soñaba que quería estudiar Derecho y ser una abogada reconocida y defensora de la justicia.
Soñaba con casarme con un hombre bueno y trabajador y tener hijos antes de los 26 años.
Soñaba con tener una bonita y acogedora casa.
Soñaba con comprarme un perrito, que me encantaban.
Soñaba con viajar a Italia, a Paris, a Nueva York...
Más o menos estos eran los requisitos para alcanzar la felicidad. Aunque siempre he pensado que la felicidad es algo que nunca se puede alcanzar por completo.
Pero, por encima de todo esto, siempre ha estado la salud mía y de todas las personas a las que quiero.
Ahora tengo 30 años y tengo que decir que soy feliz y sin ninguno de los requisitos con los que de pequeña había soñado que me harían feliz.
No sé si es la madurez lo que te hace tener otra visión de las cosas, o quizás la propia experiencia, pero ahora tengo 30 años y ..... vivo con mi padres.
Sin embargo, si ahora fuese esa niña soñadora, debería estar casada, con hijos y en mi propia casa.
He de decir, que no estoy casada, pero si que tengo novio. Llevamos juntos 4 años. Tampoco nos hemos planteado tener hijos, aunque es algo que me encantaría, pero cada cosa llegará en su momento.
Y sí, vivo con mis padres, porque no puedo permitirme la compra o alquiler de un piso, cosa que hasta el momento no hecho en falta.
Aquello de abogada quedo muy lejano. Comencé los estudios de Derecho, pero no los pude cabar.
Ahora estoy trabajando en unos grandes almacenes de cajera y estoy contentísima con mi trabajo y con mis compañeros.
El sueldo que cobro no es el que soñé con 15 años, pero me conformo con eso. Tengo lo suficiente para pasar el mes y aún me sobran unos ahorrillos.
De vez en cuando hago una escapada de fin de semana, pero no son los viajes con lo que soñé.
Hoy en día mis proyectos son muy diferentes a los que soñé cuando era una niña.
Por ahora quiero seguir trabajando en lo que trabajo y quiero pasar todo el tiempo que pueda con las personas a las que quiero.
Todo lo demás es secundario: la casa, los viajes, los caprichos... Todo eso no es esencial para mi felicidad, ya que sin todo eso, hoy puedo decir que soy FELIZ.
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