Hoy es un día oscuro y el rudo oleaje arremete contra mi embarcación, pero yo soy el Capitán Morgan y gobierno la mejor embarcación que navega por aguas Mediterráneas.
Desde muy jovencito llegué a formar parte de la vida en los mares siendo lo que llamamos un “polvorilla”, que era el grumete que cargaba y limpiaba los cañones.
Ahora, a mis 23 años de edad, soy el capitán de mi propio navío.
Bajo mi mando tengo a mis temibles corsarios y a mi fiel compañero Flin, un loro que me acompaña subido a mi hombro vaya a donde vaya y que ha día de hoy no existe pirata alguno que lo haga callar.
Elegimos ser piratas porque deseamos ser hombres libres, hombres que no siguen mas que nuestras leyes y que disfrutamos abordando y saqueando los galeones que encontramos a nuestro paso, apoderándonos de la nave, de su carga y de sus tripulantes, ya sea haciéndolos esclavos o arrojándolos por la borda para que alimenten a los peces.
Esta es la vida de un pirata. Para la mayoría de los hombres puede resultar nefasta, pero yo desde muy jovencito decidí que lo mío no era vivir en un lecho de rosas, sino vivir al limite, sintiendo la emoción de alzar la bandera negra en el mástil principal de mi barco y consiguiendo el botín que todo hombre soñara tener.
Desde muy jovencito llegué a formar parte de la vida en los mares siendo lo que llamamos un “polvorilla”, que era el grumete que cargaba y limpiaba los cañones.
Ahora, a mis 23 años de edad, soy el capitán de mi propio navío.
Bajo mi mando tengo a mis temibles corsarios y a mi fiel compañero Flin, un loro que me acompaña subido a mi hombro vaya a donde vaya y que ha día de hoy no existe pirata alguno que lo haga callar.
Elegimos ser piratas porque deseamos ser hombres libres, hombres que no siguen mas que nuestras leyes y que disfrutamos abordando y saqueando los galeones que encontramos a nuestro paso, apoderándonos de la nave, de su carga y de sus tripulantes, ya sea haciéndolos esclavos o arrojándolos por la borda para que alimenten a los peces.
Esta es la vida de un pirata. Para la mayoría de los hombres puede resultar nefasta, pero yo desde muy jovencito decidí que lo mío no era vivir en un lecho de rosas, sino vivir al limite, sintiendo la emoción de alzar la bandera negra en el mástil principal de mi barco y consiguiendo el botín que todo hombre soñara tener.
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