jueves, 30 de diciembre de 2010

Ancha y ajena es América Latina: sobre la literatura infantil en América Latina. De Ana Garralón.

El artículo de Ana Garralón sobre literatura infantil en América Latina nos informa sobre la situación en relación a España y hace una llamada de atención sobre el asunto. En realidad, como ya advertíamos el último día de clase al hablar del cómic, la literatura infantil de Latinoamérica no goza del prestigio que tienen otros países. Pudimos comprobar cómo al preguntar a un asiduo lector de cómic en España éste habló de cómic nacional e internacional, incluso más del internacional, pero en ningún momento tendió la mirada hacia el cómic producido en América del Sur. Podemos considerar el hecho como un claro ejemplo de lo que Garralón pretende demostrar en su artículo. Es decir, desde España existe un gran desprecio o desprestigio hacia la literatura infantil del otro lado del Atlántico. Simplemente, no somos capaces de dirigir la mirada hacia esa parte del continente. Hecho un tanto decepcionante si consideramos que ambos continentes, Europa y América Latina, han estado conectados durante varios siglos por el cordón umbilical español. Al cortarse ese cordón umbilical con la descolonización, Europa, y con ello España, ha cerrado las puertas a la producción literaria de dicho territorio, además en España se prefiere el incipiente consumo de cómic japonés, por ejemplo, filtrado por la traducción que consumir literatura ya creada de primera mano en español (a pesar de las variantes diatópicas) aunque sea al otro lado del océano.
Ana Garralón además nos informa de la situación de la literatura infantil en dicho continente “desde dentro”. Es decir, la dificultad del consumo de literatura infantil creada en América Latina no sólo presenta problemas en Europa o Norte América, sino en los mismos países de creación por culpa, especialmente, de la actual industrialización del libro. Existen problemas en la misma América Latina como la reivindicación indigenista (tan propio en el siglo XX), el grado de alfabetización o las diferentes políticas culturales de cada país. Sin embargo, no todo es fracaso y critica en el artículo de Garralón, ya que también pone el punto de mira sobre aquellas instituciones e iniciativas que tienen por objetivo poner fin a esta situación de aislamiento como son el proyecto de México Libros del Rincón de la Secretaría de Educación Pública (SEP) o el de Colombia conocido como Norma Editores, editoriales como Ekaré (Venezuela), Piedra Santa (Guadalajara) o la estatal Fondo de Cultura Económica (México) , además de varias editoriales en Argentina que potencian su difusión dentro del mismo país (Ediciones del Quirquincho o Colihue, por ejemplo), instituciones como el CEDILIJ(Argentina), el Banco del Libro (Caracas) o Fundalectura (Colombia), importantes revistas como Boletín Tres Estrellas y Más, Cincuenta libros sin Cuenta o la Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil y, por último, revistas digitalizadas como Cuatrogatos (Miami), Imaginaria (Argentina), Docedeletra (Brasil) y Caleidoscopio (Venezuela).En definitiva, y a pesar de todos estos intentos, la literatura infantil en América Latina sigue presentando grandes dificultades de prestigio, consideración y, en consecuencia, de difusión no sólo en el extranjero, sino en el mismo continente. A partir del artículo, es inevitable, pues, una profunda reflexión sobre el asunto.

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